El lunes se hizo oficial el nombramiento de ministros, tras la investidura de Pedro Sánchez. Algunos son nuevos en la plaza, como el de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente. Y en concreto este nombramiento, ha sido una oportunidad perdida. Por múltiples razones.
En primer lugar, el Presidente del Gobierno no esconde que se trata de un Gabinete muy político. Un paraguas para lo que está cayendo. Es decir, se prima el objetivo de la defensa política frente al servicio público. Lo que no es una novedad. Mirarse al ombligo es el primer mandamiento.
Además, Óscar Puente, ex alcalde de Valladolid, no es un técnico. Que es lo que le haría falta a un Ministerio como este. Pero tampoco.
Puestos a ser coherentes, el Presidente podría haber optado por la continuidad de Raquel Sánchez, como ha hecho con otras carteras ministeriales. Sánchez tenía un buen apoyo y bastante reconocimiento sectorial. Lo que no es poco en estos tiempos. Y ha conseguido llevar a término reivindicaciones largamente perseguidas.
Pero no. P. Sánchez nombra a su escudero parlamentario. Así lo tendrá a mano, que le va a hacer falta.
Y la última. Esta podría haber sido la fecha clave, histórica, para hacer algo que es necesario, imprescindible y me atrevo a decir de sentido común. Un Ministerio de Logística. Y no de Transportes. Porque lo primero, engloba a lo segundo. Sin duda. Y sin mezclar pasajeros y mercancías, que nada tienen que ver. Alguno se podía haber jubilado a gusto de haberse cumplido este viejo sueño. Ya sabemos que no.
Solo dos autonomías han dado un paso adelante en esa dirección, con sendas direcciones generales: Aragón y la Generalitat Valenciana. Pero, claro, allí gobierna el PP. Y cualquier cosa menos imitar al contrincante.
Lo dicho, una oportunidad perdida. O muchas.
