Estuve con un buen amigo hace unos días. Una comida de esas de hablar un poco de todo y “arreglar el mundo”. Charlábamos de economía y tejido empresarial y mi amigo sostenía que no hay que empeñarse tanto y exclusivamente en la industria. Y menos compararnos con otros países, porque aquí tenemos una industria imbatible, enorme y que tiene que ver con nuestro modo de vida. Ese que, además del sol, atrae a los turistas. Él lo llama la industria de las sonrisas.
Y he caído en cuenta, a propósito de la feria de logística que tenemos esta semana en Madrid. Verán ¿En qué se parecen todas y cada una de las ferias de logística que actualmente se convocan en España? Unas pistas, no es la organización ferial que las sustenta. No es la ciudad donde se celebran. Tampoco el “estilo”, que cada una desarrolla. Ni los precios… Entonces ¿qué es?
Exactamente: las sonrisas. Eso que llamamos “apretón de manos” (expresión más formal), que en realidad puede serlo o no. A veces es una palmada en la espalda. Otras, dos besos, uno por mejilla –que diría Sabina-. Incluso un abrazo de viejos conocidos. Pero todas estas expresiones van acompañadas, invariablemente, de una sonrisa.
Eso, la industria de las sonrisas, que nos quitó la pandemia y que sustenta no pocos negocios y muchas confianzas, necesarias para que cuaje lo prosaico y crematístico.
Tan necesario que hasta vetustas campañas públicas de la España aún “oscura” de finales de los sesenta del siglo XX, nos lo recordaban como un ruego: “Sonría, por favor”. Ahora no hace falta y casi todos somos muy, muy generosos, en este gasto.
Mi amigo dice que eso lo tenemos y que no hace falta ir a buscarlo y que, sin duda, es más difícil de deslocalizar que cualquier otra industria y casi imposible de importar.
Si alguien se atreve con el reto que lo comparta ¿Cuántas veces vamos a sonreír cada uno en los dos días de feria?
