Las importaciones de productos chinos a Estados Unidos se han desplomado tras la imposición de aranceles del 145% por parte del presidente Trump. Según la empresa de logística Flexport, los envíos marítimos desde China han caído un 65% en solo tres semanas desde principios del pasado mes de abril.
El Puerto de Los Ángeles, el principal receptor de productos chinos, espera un descenso del 35% en las llegadas la próxima semana, según confirmó su director ejecutivo, Gene Seroka, quien señaló que “esencialmente todos los envíos desde China para los grandes minoristas y fabricantes han cesado”.
También se han cancelado unos 80 trayectos marítimos entre China y EE.UU., un 60% más que durante el pico de la crisis por la COVID-19, según Flexport. La situación ha encendido las alarmas entre empresas como Walmart, Target y Home Depot, que ya han advertido a la Casa Blanca del riesgo de estanterías vacías y precios más altos.
El economista jefe de Apollo Global Management, Torsten Slok, alertó de que “las tiendas estadounidenses se quedarán vacías en pocas semanas y [habrá] una escasez similar a la de la COVID-19”. Además, estima que hay un 90% de probabilidad de recesión este verano si se mantienen los aranceles.
“La escasez significa que las empresas no están vendiendo productos y, por tanto, no tienen los beneficios que necesitan para pagar a sus trabajadores; ahí es donde se va a sentir el verdadero dolor”, explicó Ryan Petersen, CEO de Flexport, según reportan varios medios estadounidenses.
Mientras tanto, el Gobierno estadounidense afirma que mantiene conversaciones activas con China, aunque desde Pekín lo niegan. Como advirtió Lars Jensen, director ejecutivo de Vespucci Maritime, en sus declaraciones al medio estadounidense Bloomberg “los puertos están diseñados para flujos estables, no para fluctuaciones de volumen intermitentes”.
El sector logístico ajusta su estrategia ante los aranceles
Las recientes medidas arancelarias anunciadas por el expresidente Donald Trump no sólo están afectando al país que preside, sino que han encendido las alarmas en Europa, tanto por sus implicaciones inmediatas como por los efectos estructurales que podrían desencadenar en el comercio internacional. Cristina Peña, directora general de TuComex, advierte que “va a afectar a todo el mundo una guerra comercial internacional”. Según explica durante una entrevista con este medio, la Unión Europea se encuentra “a la expectativa” ante la inminente entrada en vigor de los nuevos aranceles y deberá valorar con rapidez una posible respuesta proporcional.
Peña considera que, si finalmente se aplican aranceles de forma indiscriminada, los primeros damnificados serán los propios consumidores estadounidenses: “Van a ver que les merma su libertad de decisión”, apunta. Esto implicaría un cambio en los hábitos de consumo, afectando tanto al acceso a productos extranjeros de mayor calidad o prestigio como al encarecimiento de los bienes de producción nacional. “El obstáculo arancelario es inflación pura y dura”, sentencia. Además, alerta sobre los efectos colaterales de las llamadas barreras no arancelarias: “Toda la burocracia extra que generan los certificados, controles y requisitos documentales también se traduce en un incremento de costes que acaba pagando el consumidor”.
Desde su visión como ingeniera industrial, Peña recalca la necesidad de actuar con inteligencia estratégica: “Hay que hacer una selección, vamos a responder con fuerza donde nos interesa, pero también debemos seguir siendo competitivos a nivel global (…) No podemos dañar nuestras empresas”. Además, propone intensificar relaciones bilaterales con otros mercados que también se vean perjudicados por la política estadounidense: “Lo primero que hay que hacer es una labor política rápida con acuerdos bilaterales reforzados, por ejemplo con Mercosur (…) Así, si no coloco mi producción en Estados Unidos, la redirijo a otros países”.
“Toda la burocracia extra que generan los certificados, controles y requisitos documentales también se traduce en un incremento de costes que acaba pagando el consumidor”.
En la misma línea, Francisco Aranda, presidente de UNO Logística, insiste en la urgencia de actuar para proteger la competitividad empresarial. “Si exportar va a ser más caro, reducir los costes operativos de las empresas debe convertirse en una prioridad”, afirma. Entre las medidas más urgentes, Aranda propone una rebaja de las cotizaciones sociales y se muestra crítico con las condiciones impuestas por el Ministerio de Trabajo para acceder a ayudas: “Es mejor una empresa con menos empleos que con ninguno”.
A su vez, valora positivamente los esfuerzos por fomentar el consumo local, aunque recalca que “resulta insuficiente” frente a la dimensión del comercio exterior. “Es clave intensificar la búsqueda de mercados alternativos y fortalecer acuerdos estratégicos”, señala, subrayando la importancia de adaptarse a un escenario global cada vez más incierto. En este contexto, las empresas ya están planteando la creación de estructuras logísticas duales —una orientada al mercado chino y otra a la órbita estadounidense—, lo que implicaría “un aumento de costes” inevitable. Aranda concluye que, ante la volatilidad actual, “las estrategias just in case se consolidan como herramientas indispensables frente al tradicional just in time”.