El sector reclama coordinación, incentivos y espacios adecuados para avanzar hacia una distribución urbana eficiente y sostenible.
La mesa redonda “Distribución urbana: Impactos empresariales y claves para la estabilidad ante la incertidumbre regulatoria”, celebrada ayer en el marco del 6º Congreso AECOC Smart Distribution, dejó al descubierto una dualidad ya conocida por muchos profesionales del sector: la digitalización es una oportunidad irrenunciable para la eficiencia y la sostenibilidad, pero su aplicación práctica aún se ve lastrada por obstáculos diarios, como la ocupación indebida de zonas de carga y descarga y una regulación urbana poco realista.
Los representantes de grandes compañías como Coca-Cola Europacific Partners, Ikea España, Mango, Cofares y Condis compartieron sus experiencias operativas en un entorno urbano cada vez más restrictivo. Uno de los diagnósticos más directos vino de la mano de Adrià García, jefe del Área de Transportes y Logística Inversa de Condis, quien advirtió que “el papel lo aguanta todo, pero cuando bajas al barro, a la parte operativa, todo eso alguna vez cambia”. Con esta afirmación ilustró cómo muchas iniciativas de digitalización, como el uso del sistema SPRO para gestionar zonas de carga y descarga en Barcelona, se ven neutralizadas por la ocupación sistemática de estos espacios por vehículos particulares.
Esta práctica obliga a los transportistas a recurrir a la policía para poder realizar entregas, generando demoras e ineficiencias que contradicen la agilidad que se pretende lograr con herramientas tecnológicas. Además, denunció que la reducción del espacio disponible para estas zonas, como consecuencia de la proliferación de infraestructuras como carriles bici, agrava aún más los problemas de tráfico y dificulta el cumplimiento de los tiempos operativos.
En ese mismo tono, Paco Fernández, director general de Transportes y Compras Indirectas de Mango, recalcó que el comercio electrónico “no ha caído”, sino que “se ha instaurado” como un modelo permanente que exige respuestas ágiles por parte de la administración. Subrayó que las autoridades deben “entender cómo funciona” el ecosistema logístico urbano y “ponerse en la piel” de transportistas y autónomos, los más vulnerables ante los cambios normativos y las restricciones crecientes. A su juicio, no se trata solo de adaptar las ciudades al nuevo paradigma logístico, sino de hacerlo con coherencia y diálogo real con quienes operan en la calle.
Digitalización y sostenibilidad: de la teoría a la acción
Pese a este escenario complejo, el consenso entre los ponentes fue claro: la tecnología no es una opción, sino una necesidad. Diego Aparicio, Strategic Sourcing Country Manager de Ikea España, defendió la digitalización como un “elemento esencial de la mejora continua” que permite optimizar procesos logísticos, al tiempo que reduce el impacto medioambiental. En esa línea, se valoraron positivamente herramientas como los sistemas de proyección de la demanda, que permiten anticiparse a los picos operativos y asignar recursos de forma más eficiente; la orquestación de pedidos, que ayuda a seleccionar el stock más próximo al cliente, minimizando trayectos; y la optimización de rutas, un recurso clave que, como destacó Javier Escribano, director de Transporte de Cofares, permite ahorrar kilómetros, tiempo y emisiones. También se hizo hincapié en tecnologías de ecoconducción, que mediante dispositivos de análisis de comportamiento al volante permiten reducir el consumo de combustible, el desgaste del vehículo y la huella de carbono, a la vez que presentan un alto retorno de inversión.
Escribano resaltó además el papel tractor que tienen las grandes compañías del sector para impulsar la sostenibilidad y la digitalización en toda la cadena de valor. Afirmó que estas empresas deben actuar como referentes, facilitando el acceso de pymes y autónomos a tecnologías que muchas veces desconocen o no pueden permitirse sin apoyo.
La colaboración, clave para el cambio real
Otro de los grandes ejes del debate fue la transición energética, una necesidad ineludible para cumplir con los objetivos climáticos, pero que en la práctica encuentra numerosos obstáculos. La falta de disponibilidad de vehículos de cero emisiones adaptados a la distribución capilar urbana es uno de los más evidentes, unido a una estructura de ayudas públicas que no responde con la agilidad ni la claridad necesarias. Adrià García denunció que los procesos de reembolso pueden tardar entre uno y dos años, y que la tramitación administrativa es compleja y poco accesible para muchos operadores. Diego Aparicio incidió en que los procedimientos deben ser “simples y asequibles”, y propuso que la regulación “no penalice el peso de las baterías” en los vehículos eléctricos, dado que ello reduce la carga útil y merma la rentabilidad del transporte.
No obstante, los participantes destacaron también el impacto positivo de los vehículos eléctricos en la experiencia del conductor, con una mejora en las condiciones laborales y una reducción del ruido en entornos urbanos. En este punto, Paco Fernández invitó a ampliar el foco más allá de la electrificación. Instó a los profesionales a “pensar fuera de la caja” (por el inglés “thinking outside the box“) y explorar soluciones como los combustibles alternativos, especialmente el HVO, así como el aprovechamiento de los retornos vacíos hacia las ciudades. Asimismo, destacó la importancia de la colaboración entre empresas para poner en marcha iniciativas como el “dúo tráiler”, que ya ha mostrado buenos resultados. A su vez, remarcó la responsabilidad de las grandes firmas en actuar como “mentores” de los pequeños transportistas, facilitando el acceso a ayudas y soluciones del mercado que muchas veces desconocen.
El diagnóstico general, sin embargo, fue más pesimista que alentador. Una encuesta entre las empresas asistentes reveló que el 78% se considera en un estado de pesimismo respecto al futuro de la distribución urbana. Entre las principales razones se citaron la implementación de Zonas de Bajas Emisiones sin diálogo previo, el incremento constante de costes —combustible, impuestos, peajes— y la persistente falta de espacios adecuados para la carga y descarga. A pesar de este escenario, Paco Fernández cerró su intervención con un mensaje de moderado optimismo, instando a mantener una “visión positiva” sobre el futuro del sector.
La mesa redonda concluyó con un llamamiento unánime a intensificar la colaboración entre administraciones públicas, asociaciones sectoriales, cargadores y transportistas. Los participantes dejaron claro que solo a través del diálogo y la creación conjunta de marcos regulatorios estables y funcionales se podrán transformar los retos actuales en oportunidades reales para una logística urbana más eficiente, sostenible y alineada con las exigencias del nuevo entorno urbano y comercial.














