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Antes de entrar, dejen salir… y ¡escuchen!

Por Ricardo J. Hernández

Es una de las instrucciones más vetustas de los transportes suburbanos metropolitanos: antes de entrar, dejen salir. En el Metro de Madrid era omnipresente. Intentaba educar a los pasajeros para un correcto flujo logístico al entrar y salir de los vagones. Una especie de LIFO del almacenamiento pero al revés: primero salir, luego entrar; First Out, Last In. Ahora ya no se encuentran esas instrucciones. Debemos estar ya educados. Al menos en teoría.

Una suposición que forma parte del espíritu “todológico” que nos invade. No confundir con el espíritu navideño. De ese ya hablaré la semana que viene. Lo sabemos todo. Y lo sabemos de todo. Por eso nos volvemos sordos funcionales. Disminuidos auditivos, si lo prefieren. Aunque en realidad oímos. Pero no escuchamos. ¡Ay! la maldita semántica y sus diferencias.

En el ámbito de los negocios, circunscritos a un sector concreto –verbigracia, la logística- nadie puede permitirse no escuchar: al mercado, al competidor, a los clientes propios y mucho menos a los ajenos. Quien lo hace se suicida. Antes o después. Casi seguro antes.

Pero hay algunos actores que deben cuidar especialmente sus capacidades auditivas y de escuchantes. Aquellos que son aglutinadores. Ya sean públicos o privados. Ministerios, Administraciones, promotores, asociaciones, colectivos, ferias y, seguramente nosotros, los medios especializados.

Ahí todo se multiplica. Una causa, muchos efectos. Un error se hace inmenso, inabarcable. Imparable. Y lo que antes era éxito, aboca al fracaso: ¡boom y catapúm! Se pinchó el globo que parecía hecho de acero.

Escuchar, escuchar, escuchar

Antes de entrar, dejen salir. Antes de hablar, escuchen. Y después de escuchar, escuchen. Háganlo unos y otros. La razón y la verdad están siempre fuera. En un lugar común.

Da igual lo que diga Mr o Mrs “X”, Monsieur o Madame “Y” o Herr o Frau “Z”, sentado en su sillón de CEO de la multinacional A, B ó C. No sirve de nada si lo que ocurre aquí cerca –“think global, act local” presumen muchas de esas multinacionales- se nos va de las manos.    

No caben voluntades ajenas ni órdenes superiores y mucho menos escurrir el bulto o echar la culpa a quién ya no está o al maestro armero. El mercado siempre sabe lo que quiere. No sabe cómo lo sabe, pero sí qué y cuándo. Y si ese cuándo es ahora, pónganse las pilas ¡escuchen! y déjense de monsergas infalibles, teorías conspiratorias, rencillas personales, exabruptos y paparruchas. Los negocios son solo eso, negocios. Y de la capacidad de escucha –reservada a los humanos- depende su supervivencia. Avisados están.     

Por si alguien no se ha enterado, hablo de Logística y de lugares comunes y cercanos. Muy cercanos en tiempo y espacio.

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Pedro
Pedro
16/12/2018 11:59

Civismo básico
Hoy ha salido esta frase en una conversación de amigos (“Antes de entrar dejen salir”).
Según la mayor parte de mis amigos, antes los mayores transmitían estas cosas durante su fase de convivencia con sus hijos y el mundo.
Ahora esa convivencia ya casi no existe y la transmisión es pequeña o incluso ha desaparecido.
El temor a recibir desaires de los jóvenes evita que otros mayores asuman la transmisión de conceptos básicos de civismo.

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