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Las roturas de stock se saldan con pérdidas de más de 55.000 millones de euros al año

Por Patricia González

“No queda la M”, “sólo está disponible en rosa” y numerosos avisos similares provocan pérdidas millonarias a los ecommerce de moda y calzado a nivel global. Si no hay stock, la pérdida de un potencial cliente genera hasta 55.000 millones de euros en perjuicios. En otras palabras, para una tienda online con una facturación de 10 millones de euros, las roturas de stock suponen dejar de ingresar hasta 1,2 millones de euros, según estimaciones de uSizy Smart Business.

La plataforma de gestión inteligente del retail subraya estudios como los realizado por la Harvard Business School, que coinciden en apuntar en que, ante una situación de rotura de stock, en torno al 9 por 100 de los usuarios renunciará a la compra, un 37 por 100 comprará un producto de otra marca y un 21 por 100 buscará ese mismo producto en otra tienda online.

“Si esa situación se repite hasta en tres ocasiones con el mismo cliente potencial”, explica Iñaki García, CEO de uSizy, “su rechazo y frustración aumentará y un 70 por 100 no volverá a intentar comprar más en ese ecommerce”.

El impacto negativo de las roturas de stock para un comercio electrónico de moda, ya sea una pyme o una gran empresa, representa una pérdida del 10 por 100 de sus ingresos que se traduce en una desviación de los objetivos de venta, en la reducción de la satisfacción del cliente y su fidelización, y en mayor probabilidad de que este termine en la competencia.

En el caso de ese ecommerce que factura 10 millones anuales, y que en los dos últimos meses del año concentra el 40 por 100 de su facturación anual, estaría dejando de ingresar 100.000 euros mensuales, es decir, 1.200.000 euros al año, que podrían incrementarse fácilmente hasta los 1,5 millones de euros si esa falta de disponibilidad de productos y tallas tiene lugar en este periodo de máxima demanda.

“A este dato habría que sumar los costes derivados de la gestión del overstock, esas tallas de determinados productos que no se venden, y que están ocupando un espacio en los almacenes que la compañía necesita emplear para las nuevas colecciones. Por ello, se ve obligada a venderlos con margen de ventas muy bajo, o incluso en ocasiones perdiendo dinero o destruyendo enormes volúmenes de mercancía por exclusividades o prestigios de marca”, concluye Iñaki García.

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