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La logística no tiene dinero

Por Ricardo J. Hernández

La logística no tiene dinero. Probablemente es cierto. La frase la compartió en público Beatriz Valencia Vallepuga, directora general de Friovaldi y presidenta de ALDEFE, en el pasado congreso ARIS 2023. Apenas hace seis días. Y me alegro de su afirmación. Por dos motivos. En primer lugar porque la comparto. Ahora me explicaré. En segundo porque, aunque desde nuestro medio propugnamos y “denunciamos” lo contrario, lo cierto es que Beatriz era la destacada minoría femenina –absoluta- entre los que intervinieron en ese foro.

Por fortuna, la frase de Beatriz que me sirve de titular para este post, fue la más repetida una vez expresada. Sirvió de “enganche” para expresar otras; de simpática chanza; o de expresión cuasi corporativa, de unión sectorial. Y de demostración de que las cuotas realmente no sirven. Si una expresión es inteligente por más que minoritaria, destaca por su valor: primus interpares

Por qué la logística no tiene dinero

Si Beatriz Valencia se expresó en estos términos, sin ambages, con rotundidad, y recibió la complicidad de otros participantes y del público, es –y aquí interpreto sus palabras-  porque está cargada de razones.

La logística no puede medrar –o no hacerlo con suficiencia, asegurando su futuro- porque la competencia es feroz. Tanta como las oportunidades y la necesidad de dar servicio a todos los sectores –retail y comercio electrónico especialmente- que lo precisan.

Ese entorno competitivo y pleno de demanda, también lo es de oferta. Así –me reconocía el director comercial de un gran operador logístico no hace demasiado- siempre hay alguien dispuesto a prestar el servicio por un coste menor. Resultado: precios a la baja. Márgenes también.

También se justifica esa afirmación si tenemos en cuenta que a la logística le toca bregar con los costes más volátiles y de mayor peso específico en la cuenta de resultados: personal, combustibles y energía. Y, especialmente, en la caso de la logística el frío, donde la presidenta de ALDEFE desarrolla su desempeño.

Este último coste es una carga enorme –necesaria para la producción de frío industrial- que, llamativamente, aún no es reconocida por la Administración Central, por su clasificación entre las Actividades Económicas (CNAE), para optar ayudas a la eficiencia energética. Conclusión: a los precios actuales de la energía, más costes no subvencionados y, de nuevo, merma de márgenes.

Y, finalmente, a todo ello se une la característica de la logística como herramienta de servicio a una cadena de suministro en perpetuo movimiento. Eso hace imposible que se detenga a “negociar” sus condiciones, so pena de detener el consumo. Responsabilidad que, casi siempre, es patente.

Una verdad que precisa defensores

Tras esta discriminación, no puedo negar la mayor: QED. Y tampoco, ítem más, que por idénticas razones, el sector de las operaciones logísticas necesita evolucionar para mejorar sus costes y, con ello, sus márgenes –automatizando, por ejemplo- y también que los colectivos gremiales que lo representan sean más tenaces en la manifestación de una evidencia: su inexcusable carácter de imprescindible.

Con ello, al menos, quienes puedan proveer de recursos económicos –a falta de propios- para invertir en mejoras y eficiencias, tendrán la seguridad de que se trata de un sector necesario, insustituible y rentable en sí mismo por lo que representa. Capaz de cumplir con sus compromisos.

Pero hay que apoyarlo. Más.

Aunque la logística no tenga dinero, sabe cómo producirlo.       

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