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Ubérrimo transporte

Por Ricardo J. Hernández

El sector del transporte de mercancías, insustituible, clave, eslabón transitorio de la logística, es un universo complejo, plagado de aristas, difícilmente abarcable, excesivo en muchos de sus argumentos, muy abundante y fértil en su comportamiento, ubérrimo, según la definición de la Real Academia de la Lengua.

Y Uber-rrimo amenaza con volverse ahora, allá por el horizonte del Sol naciente, si cuaja la práctica que acaba de arrancar UberCargo en Hong-Kong (sí, la misma Uber que ha puesto en pie de guerra a los taxistas de medio mundo), un nuevo servicio para transportar mercancías en el ámbito local a través de furgoneta para transporte esporádico de materiales de particulares que no dispongan de medios.

La filosofía -mal llamada “colaborativa”, pues mientras unos colaboran otros se ven perjudicados- es la misma que la de los “taxis” para transporte de pasajeros. Unos tienen el vehículo y otros la necesidad de transporte. Ambos particulares. Pero ninguno paga impuestos por el servicio ni se somete a reglamentación alguna como el profesional. El diccionario también tiene un nombre para esto: competencia desleal.

Uber no se ha desanimado en el transporte de viajeros pesar de las prohibiciones (como en España) o las restricciones. Y ahora da un paso más con las mercancías: muebles, enseres, mascotas o documentos, son algunos de los ejemplos que han puesto en Hong-Kong para mostrar sus posibilidades. Es más, la empresa californiana ya tiene alguna experiencia de mensajería y paquetería urbana en Nueva York (UberRush) y Washington (UberEssentials).

Si el sector del transporte en España ha cerrado filas, como nunca, para reclamar lo conseguido con la devolución del céntimo sanitario, no me cabe la menor duda de que, en caso de que UberCargo llegara aquí, actuaría de la misma manera. Bastantes cargas impositivas, problemas y cuitas tienen ya el transporte de mercancías como para permitir una competencia “colaborativa” de este tipo.

Pero aunque parezca poco probable -más aún con la prohibición del transporte de viajeros- habrá que estar atentos, porque cuando el río de Internet suena, casi siempre lleva algo de agua. Y la cultura del “todo gratis”, con crisis o sin ella, es muy atractiva.

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