La reciente aprobación de la normativa que permite circular con hasta 44 toneladas en España pone el foco en cómo cada tonelada extra eleva el consumo y los costes operativos de las flotas.
La nueva Orden PJC/780/2025 del Ministerio del Interior, que entrará en vigor el próximo 23 de octubre, autorizará a los vehículos articulados y trenes de carretera con cinco o más ejes a circular con una Masa Máxima Autorizada (MMA) de 44 toneladas en España —frente al límite actual de 40 toneladas—. Para el transporte intermodal, donde parte del trayecto se realiza por barco o ferrocarril, el límite podrá ascender incluso a 46 toneladas. El objetivo es reducir el número de viajes necesarios para mover la misma cantidad de mercancía, disminuir emisiones y alinear a España con otros países europeos como Francia o Italia, donde este peso máximo ya está implantado.
Sin embargo, el aumento de capacidad también implica un cambio profundo en el equilibrio de costes de las flotas. Según datos operativos recogidos en rutas reales por Eurowag, cada tonelada adicional incrementa el consumo medio en aproximadamente 0,25 litros de diésel por cada 100 kilómetros. Esta diferencia, que puede parecer marginal en trayectos largos y fluidos, se multiplica en entornos urbanos, donde los arranques y frenadas constantes hacen que el esfuerzo del motor —y por tanto el gasto de combustible— aumente notablemente. A gran escala, esto puede traducirse en varios miles de euros mensuales de sobrecoste para empresas con alta rotación de cargas pesadas.
Equilibrio entre aumento de costes y de capacidad
La coyuntura no es menor: la implantación de los peajes por emisiones de CO₂ en países como Alemania y el encarecimiento del diésel en Europa presionan ya los márgenes de beneficio. De ahí que muchos operadores estén empezando a analizar de forma más minuciosa qué rutas y tipos de mercancía justifican realmente operar con 44 toneladas, y en qué casos puede resultar más rentable mantener configuraciones más ligeras que minimicen consumo y tasas asociadas.
Este cambio normativo está acelerando también revisiones en aspectos que normalmente pasan desapercibidos en la planificación de cargas: desde reducir el volumen de combustible repostado —un depósito de 600 litros añade medio millar de kilos al conjunto— hasta eliminar equipamiento innecesario o apostar por carrocerías más ligeras. Incluso pequeñas rebajas en la tara pueden compensar parte del sobrecoste por consumo que supone llevar más peso de forma constante, según aseguran desde Eurowag.
Con la aprobación de las 44 toneladas, el reto para el transporte por carretera no será solo aprovechar la mayor capacidad por viaje, sino calcular con precisión dónde está el punto de equilibrio en el que cada tonelada extra deja de ser una ventaja y empieza a erosionar la rentabilidad de la flota.