Categorías: Opinión

Un apretón de manos vale más que mil catálogos

La costumbre, el clima y la idiosincrasia de los pueblos condicionan y determinan sus relaciones sociales, el marco en el que se desarrollan, sus reglas no escritas y el cauce por el que fluyen.  En nuestro caso –el español-, esas relaciones son de cercanía, de entorno próximo, casi rurales. Un escenario que, pese a la comunicación global, sigue siendo aldeano, lo que lejos de ser peyorativo, es un valor social y un determinante comercial.

Triunfaron, por jemplo, los modelos de grandes superficies e hipermercados, pero no por ello desapareció por completo el tejido comercial de “barrio” ni su componente de nexo de relación interpersonal, que ahora parece tener una “segunda juventud” en determinados nichos, favorecida por la tendencia hacia una vida más sana y tradicional.

Y si eso ocurre a escala de consumo, otro tanto sucede con los bienes de inversión y un ejemplo claro es la venta, distribución y alquiler de carretillas elevadoras.

El mercado español –y prácticamente el mundial- se concentra en una decena de fabricantes y sus marcas o poco más. Potentes multinacionales europeas, asiáticas y norteamericanas, que utilizan ese tamaño y condición para un I+D+i constante que trasladan al mercado y sus necesidades.

Ese rasgo de multinacional global no impide ni significa, sin embargo, que no deban llegar al comprador nacional a través de organizaciones capilares cercanas al potencial cliente, bien desde sus redes propias, bien desde distribuidores/comercializadores exclusivistas o multimarca que representan, exactamente, el mismo papel que esa tienda de barrio a la que aludía al principio.

Al menos en este rincón de Europa que es el nuestro, aún queremos comprar o alquilar a Luis, a Pepe o a Paloma; que sí, que representan a una gran marca, a una empresa que dispone de la mejor gama de equipos de manipulación y el mejor servicio post-venta , etc. pero su cara, su voz, su confianza, su apretón de manos, significa tanto como la mejor tecnología aplicada a una carretilla elevadora y muchas veces tiene más valor intrínseco. Y quizás también por eso, estos productos los venden y los compran finalmente las personas y no las máquinas, aunque esas –Internet, aplicaciones de gestión- auxilien cada vez más en la tarea.

Ese espíritu de relación personal tan arraigado en la costumbre, es el que soporta precisamente el Encuentro Nacional de Distribuidores y Alquiladores de Carretillas Elevadoras cuya II edición celebramos el próximo jueves 18 de junio. Si quiere participar de ese entorno de conocimiento y relación, de caras y apretones de manos, aún está a tiempo: puede dirigirse a los teléfonos 91 388 47 77 (Maribel) y 91 676 82 62 (Elena) o remitir un email a:info@cdecomunicacion.es

Y no me olvido de la recomendación literaria de un clásico: Moby Dyck (1851) de Hermann Melville, una novela profunda y aterradora a la que el cine –como a otros tantos títulos- no le ha hecho precisamente un favor.

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