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Furgoneta sobre la acera

Una furgoneta, literalmente, en la puerta de mi casa

Ayer había una furgoneta, literalmente, en la puerta de mi casa. A menos de dos metros. Casi “empotrada” en el dintel. En realidad era en la puerta de la oficina: mi casa cinco días a la semana por lo menos.

La furgoneta de DHL (en la foto) formaba parte de ese “ejercito”, más o menos silencioso, pero visible, que cada mañana sale a conquistar la última milla.

Quienes realizan ese trabajo “lo tienen crudo” en muchas ocasiones para cumplir con su tarea, porque el urbano es un “territorio hostil” para las entregas con vehículos de cuatro ruedas. Sin apenas espacios de estacionamiento y con cada vez más restricciones.

Queremos recibir en casa la compra on-line y queremos ciudades verdes y poco ruidosas. Y no nos damos cuenta de que eso es “la cuadratura del círculo”. O churras o merinas.

Así, furgonetas como esta desembarcan e invaden aceras y vados porque no hay tiempo que perder. Aún a riesgo de sanción administrativa.

Y eso con suerte. Otras decenas de paquetes esperan a ser entregados unas calles más allá, donde quizás el aparcamiento de oportunidad –legal o ilegal- sea imposible.

Pero queremos la furgoneta, literalmente, en la puerta de nuestra casa ¿no?

Ricardo J. Hernández        

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