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Lo que antes NO necesitaban las ferias

En España ferias logísticas no faltan. La oferta nacional es amplia. Acaba de nacer la última. En Bilbao. Y al decir de sus organizadores, con las expectativas cumplidas. Esta semana tenemos otra. El mes que viene otra más. Y aún quedarán las dos mayores. En junio y noviembre. Y aunque con notables diferencias, todas se parecen: tienen algo que antes NO necesitaban.

Hace años –no diré pocos, tampoco muchos- una feria era una exposición. Una muestra de productos, sobre todo productos, y una oferta de servicios. Hablo de industria. Y de logística y manutención. Respondían a un modelo tradicional. En este sector y en casi todos. Un concepto que nace en la Edad Media. Y bastaba.

El ofertante llega a un lugar, previamente conocido y señalado en el tiempo. Monta su tinglado y espera a que el comprador se acerque a su “puesto”, colmado, stand. Con suerte para unos y otros, con regateo o no, si hay acuerdo, ahí se produce el intercambio comercial.

Lo que ahora prima

Pero ya no es así en las ferias industriales. Ni siquiera en las que proponen una exposición de materiales físicos. Ahora prima la palabra. Antes eso era el complemento, ahora la esencia. El atractivo.

Antaño, con frecuencia, apenas había tiempo para esos valores añadidos (charlas, coloquios, mesas redondas, etc.). El tiempo se consumía en visitas a los stands; ver y tocar; escuchar las bondades de los nuevos productos; y, como mucho, apretones de manos y conversaciones en los pasillos. Hoy es lo contrario.

Tanto es así que en alguna de las ferias logísticas que se celebran en España, el reto para los organizadores –y la queja frecuente de los expositores- es que el visitante pasa de los stands. Literalmente y en el amplio sentido del término. Llega atraído por la enorme oferta de contenidos. Escucha y se va.

Las razones del cambio

Varias son las razones de este cambio de modelo, que se impone en todas las convocatorias feriales industriales.

En primer lugar, la cantidad de información y su fácil acceso hace que nadie tenga que esperar para conocer las novedades y hacerlo con todo lujo de detalles. Eso sí, sin la experiencia física ni el contacto directo. Los fabricantes tampoco esperan a las ferias, como antes, para lanzar sus novedades. Lo hacen continuamente.

En segundo lugar, la logística y el traslado de máquinas y equipos son complejos y caros. Además de la carestía del suelo y los servicios feriales. Sin que haya habido un acuerdo explícito, una vez se produjeron los primeros “abandonos” de marcas líderes, que animaban las ferias con sus equipamientos y tiraban del resto, otros llegaron de inmediato. Sí, hay ferias y máquinas en ellas, pero cada vez menos. En España, muy pocas.

En realidad, las organizaciones feriales de España, ya antes de la pandemia, habían visto reducida la nómina de máquinas expuestas. Sobre todo en el sector de la manutención, la “espantada” ha sido general. A ello se ha venido a sumar la escasez de equipos por los problemas de las cadenas de suministro desde 2020. En conclusión, los que podían exponer no encuentran razones para llevar sus máquinas a las ferias. 

En tercer lugar, a pesar del apellido “internacional” que acompaña a alguna de estas convocatorias –por cierto, todas anuales, salvo una- lo cierto es que cada una acoge y recibe expositores locales y regionales en su mayor parte. Invertir en estos escaparates para un altavoz con tan poco alcance se mide, por ello, con precisión quirúrgica.

Y en cuarto, la prueba del algodón. Las ferias con más productos físicos y equipos son las de menor ámbito geográfico. Todos saben a lo que van y cuál es el territorio comercial. Se mueven máquinas apenas a unos kilómetros, se vuelve a dormir a casa y se controlan los gastos. Además los costes feriales también son menores. De alguna forma se vuelve a lo más ancestral.

Un modelo de negocio por resolver

Este es el escenario. Amplio en oferta, pero que no termina de convencer a muchos. Aún así las ferias se multiplican y cumplen años… y años. SIL, este 2023, celebra sus ¡bodas de plata! 25 años consecutivos (con permiso de la pandemia). Y a eso mismo aspiran Logistics & Automation (Madrid); Pick & Pack; Encaja (Valencia); Logistics Spain (Guadalajara) y la recién nacida Empack Logistics & Automation Bilbao.

Faltan actores, sobre todo de manutención. Muchas experiencias son ya virtuales. Y las ferias han dejado de ser el momento profesional de los cinco sentidos. Ahora todo es “meta”.

Quizás el verdadero cambio es este y aún no lo percibimos.

Mientras tanto, en las ferias prima la palabra y las actividades congresuales se lo llevan casi todo: recursos, altavoz, difusión y público.

Pero ¿una imagen no valía más que mil palabras?

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