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El camión de Spielberg y los otros

Por Ricardo J. Hernández

El cineasta Steven Spielberg necesita poca presentación. “Tiburón”, la saga “Indiana Jones”, “La Lista de Schindler”, “E.T.” son solo unas gotas de su torrente de credenciales fílmicas. Una de sus primeras  películas “El diablo sobre ruedas” (1971) ya mostraba su genialidad. No se la voy a destripar (lo que hoy se llama spoiler; léase con acento californiano, no lo olvide). Solo tiene dos protagonistas. Un actor y un camión. Y el primero no conduce el segundo. Camiones.

Sí, hoy no dejan de ser protagonistas. Más de medio siglo después. Y me atrevería decir que a su pesar. O, mejor: ese protagonismo y esa permanente exposición a los medios generalistas, les hace un flaco favor.

Podemos echar la vista atrás –ligeramente- y recordar cómo han sido protagonistas desgraciados de ataques terroristas en el Sur de Europa: Berlín, Londres, Niza, Estocolmo… todos en 2016 y 2017. Menos de seis años atrás.

Y más. Hace solo un mes un camión cargado de explosivos detonaba su carga al transitar sobre el Puente de Crimea. Un atentado enmarcado en la guerra de Ucrania y Rusia que cortaba parcialmente el símbolo ruso de la anexión de la Península de Crimea que es, además, el más largo de Europa (19 km).

También arma política y de protesta

En un plano ya pacífico, sindicalista y gremial, otros dos escenarios contribuyen a este protagonismo del vehículo de transporte de mercancías sobre ruedas. Por diferentes razones.

De manera seguramente sorprendente para la mayoría, un grupo más que notable (miles) de camioneros bolsonaristas, impregnados del espíritu rebelde de Donald Trump ante la derrota no aceptada en las urnas brasileñas, han cortado las carreteras y autopistas para mostrar su negacionismo al resultado y, de paso, su apoyo al perdedor el ya ex-presidente de los Estados Unidos do Brasil, Jair Bolsonaro.

Camiones brasileños cortando una carretera cerca de Río de Janeiro

Y ya en tono doméstico y recurrente, este fin de semana (5-6 de noviembre) la espada de Damocles de un nuevo paro en la distribución de mercancías por carretera en España pende sobre nuestras cabezas. Y la del desabastecimiento y los cortes de carretera con camiones, también. Otra vez.

Desde luego es preferible esta protesta. Incluso la bolsonarista. Aunque sea de malos perdedores. Si es que pudiéramos elegir entre ellas y el uso del camión como arma letal. Desde luego. Sin paliativos.

Pero esta última –solo un ejemplo, hay más- es ya un poco cansina. Sin menoscabar los derechos de los profesionales de ese modo del transporte, cuyas razones asoman en el poco atractivo y la falta de “vocaciones” del sector. Estructurales, que amenazan con ahogarlo por la escasez de conductores.

Ello no impide que la crítica –la mía- sea igualmente directa. El diablo sigue sobre ruedas. El que se empeña en no solucionar el conflicto –siquiera mínimamente- desde todas las partes implicadas. Me río de la estructural crisis del teatro desde hace décadas, en opinión de sus profesionales. Un chiste –perdón si hiero alguna susceptibilidad- comparado con este sector.

En estas más de cuatro décadas que llevo como periodista de este entorno –y otros cercanos y afines a él en lo que al transporte se refiere- no ha habido ni uno solo en el que la huelga, el paro patronal o el conflicto sectorial no haya sido una amenaza o una realidad. Las hemerotecas lo atestiguan.

Camiones: un conflicto que dura demasiado

No importan las razones si las partes no están dispuestas a negociar (hace un año escribía, prácticamente estás mismas líneas ¡madre mía!). Importan los resultados y las responsabilidades de cada uno. Y, desde luego, las consecuencias. Por encima de todo.

Broomm, broomm… dicen los niños cuando juegan a conducir un camión de juguete, imitando el ruido del motor.

Así está otra vez el sector, eslabón esencial de la logística. Crítico en cualquier fecha. No solo ahora. Broomm, broomm, calentando el motor del conflicto. Pero este no es un juego de niños.

Por cierto, en la lista Forbes de los 100 españoles más ricos, no hay ningún logístico. Si del sector de transporte por carretera. Tres. Pero por haber salido de él vendiendo sus acciones multimillonarias en Primafrío (Juan Ignacio y José Esteban Conesa) y Azkar (Luis Fernández Somoza). Respectivamente, puestos 56 y 70. No les fue mal. Pese a la queja continua.

Camiones: protagonistas a su pesar.

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