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Año olímpico

Por Ricardo J. Hernández

Este 2012 es bisiesto, lo que quiere decir que hay un día más para que la “prima” suba y la Bolsa baje. Para los supersticiosos esta circunstancia del día extra es una señal indudable de “annus horribilis”. Para los optimistas es año olímpico. Cita deportiva mundial (por cierto una de las logísticas más exigentes con las que uno pueda encontrarse) por antonomasia. Momento de batir récords.
Y en esas estamos en España. A punto de batir nuevos records y sin parar de hablar de “corredores”.  Pero records de ineficacia y Corredores de transporte, esos que deben conducirnos y conducir nuestras mercancías desde esta esquina del mapa al corazón de la Europa consumidora.
Hace unos meses, en noviembre, me preguntaba en este blog cómo íbamos a ser capaces de dar carta de naturaleza al proyecto de Corredores intermodales que había dejado como “herencia” –no sé si cargada de intenciones o de falta de interés- el anterior ministro de Fomento José Blanco. A todas luces parecía imposible llevar a la práctica ese fino mallado peninsular de Corredores en nueve años y con una inversión de 50.000 millones de €. Más bien parecía un brindis al Sol propio de la errónea doctrina Zapatero de llevarse bien con todo el mundo o darle a cada uno lo que quiere. El Gobierno de Rajoy que desde la oposición tanto criticaron esa doctrina, están a punto de caer en idéntico error.
Por fortuna para ellos el error será de menor calado, pues las circunstancias económicas han colocado las prioridades en otro lugar y ya nadie se cree los de los cinco grandes Corredores, Mediterráneo, Central, Atlántico, Cantábrico-Mediterráneo, y Atlántico-Mediterráneo, ni hay dinero para pagarlos.
Sin embargo, Fomento -en boca de su actual titular, Ana Pastor- empezó por decir que los Corredores Atlántico, Mediterráneo y Central son compatibles. Y más tarde se ha empecinado –seguramente en ambos casos por promesas políticas- en defender el Central, que atravesaría el Pirineo aragonés, a pesar del nulo apoyo de logrado en Bruselas (es decir financiación con fondos comunitarios) por parte de los veintisiete para incluir la también llamada Travesía Central Pirenaica (TCP), entre las Redes Transeuropeas de Transporte.
Este Gobierno tiene una oportunidad de oro de acabar con muchas cosas innecesarias (plataformas logísticas sin flujos, aeropuertos cargueros fantasma,…), como dice uno de nuestros entrevistados. Pero debe tener una voluntad utilitarista y no electoralista o partidista. Lo cual, quizás, sea decir mucho.
Los Corredores, uno, dos, o los que sean necesarios y donde lo sean, deban adecuarse a las necesidades logísticas actuales, solventar los problemas conocidos y prever un horizonte de cadena de suministros modesto, creíble y coherente. Acorde a nuestro tamaño y posición. Lo otro serían actitudes faraónicas y populistas.
Debemos exigir limpieza y deportividad en la panificación de las infraestructuras logísticas porque en ello nos va el futuro: el del equipamiento, el de la maquinaria, el de los servicios y el de la eficacia. Llegar más lejos, más alto y ser más fuertes logísticamente hablando. Lo dicho, año olímpico.

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