Este inicio de curso académico hemos desayunado, comido y cenado con los anuncios, declaraciones, presiones, solicitudes, exigencias, promesas, expectaciones…sobre los corredores logísticos, que no son un grupo de deportistas empeñados en entregar las mercancías en pantalón corto, camiseta y dorsal. No. Me refiero a lo que pomposamente se ha llamado redes transeuropeas de transporte.
Se barajaban dos escenarios, o mejor, dos ejes. El arco mediterráneo desde Andalucía a los Pirineos; y el eje transpirenaico, una línea desde el centro aragonés de la cordillera que llegaría hasta Zaragoza y desde allí conectaría con el centro, sur y oeste peninsulares.
Pero como se trata de no disgustar a nadie -y menos en campaña o precampaña electoral-, tras el preceptivo visto bueno de Bruselas a estos proyectos, se ha abierto la caja de los truenos y ¡hala!: nada menos que 50.000 millones de euros de inversión, en vez de dos, cinco grandes corredores, conexión con once puertos marítimos, y promesas, promesas y más promesas entre las que llama a la atención una del ministro Blanco: concluir ese mallado de Corredores ¡diez años antes del tiempo máximo fijado! es decir, 2020; o lo que es lo mismo dentro de ¡nueve años!
La apuesta por el ferrocarril es una tan vieja como necesaria aspiración para el transporte de mercancías en Europa; y para que exista verdadera intermodalidad hay que contar igualmente con los puertos. Hasta ahí, todo perfecto. Pero sí las ZAL, plataformas logísticas, CLAs, etc. han sido el sarampión argumental electoral a escala autonómica o local, demostrándose luego la imposibilidad de generar tanto flujo logístico como hubieran requerido todas esas promesas de haberse cumplido, otro tanto ocurre con los Corredores.
¿Quién los va a gestionar? ¿Quién tiene capacidad para hacerlo? ¿Qué carga, flujos, frecuencias, qué crecimiento, qué PIB, hacen falta para “dar de comer” a esos cinco corredores y al resto de infraestructuras ya existentes? ¿Qué va a hacer que salgan de la carretera las decenas de miles de camiones que deberían llenar los trenes transeuropeos? ¿O es que nuestra economía se va a disparar y a multiplicar la población y por tanto el consumo? ¿Cuántos y cuáles de esos corredores son hoy ya necesarios y, sobre todo competitivos?
De momento, ahora, de lo único que se puede hablar es de las “carreras” de los políticos por situar “su” punto geográfico como el imprescindible para el Corredor de turno y, de paso, volver a conseguir fondos de “papá Estado”.