Gran Bretaña ha alcanzado un límite casi insostenible al sumar a la escasez de mano de obra el cierre casi total del suministro de CO2. La falta de este gas, imprescindible para la producción cárnica tanto para aturdir a los animales como en los procesos de envasado, ya amenaza con dejar estantes vacíos en los supermercados del país en cuestión de dos semanas.
En concreto, las plantas de fertilizantes Billingham e Ince en el norte de Inglaterra, que suministran el 60 por ciento del CO2 de grado alimenticio del Reino Unido, anunciaron, totalmente por sorpresa, la suspensión de su producción indefinidamente como resultado de los altos precios del gas natural.
Una industria en jaque
La crisis ha llevado a unas conversaciones de urgencia entre el gobierno británico y los productores cárnicos, en la cual se trató de establecer cuántos días se podría mantener producción de carne con el CO2 que actualmente hay almacenado por las empresas, fijándose esa cantidad en menos de 14 días.
Según Nick Allen, Chief Executive Officer de la BMPA (British Meat Processors’ Association) “las implicaciones completas para la cadena de suministro de alimentos de Gran Bretaña y su seguridad alimentaria se están volviendo evidentes. El gas es esencial para el sacrificio humanitario de cerdos y aves de corral. Sin él, esa industria se detendrá”.
Asimismo, Allen ha advertido que “el pollo y el cerdo británicos serán muy raros en los estantes”.
