Álvaro Rodríguez Dapena, director de planificación y desarrollo de Puertos del Estado, ha dado la voz de alarma sobre la situación de emergencia a la que se enfrenta esta modalidad de transportes. El abandono paulatino de las vías a favor de otros medios, como la carga aérea o el transporte por carretera, unido a la falta de inversión en innovación e infraestructuras, ha llevado al sistema de transportes de mercancías por ferrocarril al borde del colapso.
Resaltando las diferencias históricas del desarrollo del medio entre el Viejo Continente y Estados Unidos, Dapena ha reforzado la necesidad de una mayor colaboración público-privada para resolver los problemas subyacentes, a través de “cuidados paliativos”, de una modalidad “enferma”.
Si ya en los años 70, los operadores de ferrocarril se plantearon si el medio, tras un siglo de actividad, había alcanzado su obsolescencia, el panorama actual vuelve a replantear la cuestión, con la esperanza de obtener la misma respuesta: no.
Sin embargo, Dapena hace especial hincapié en la importancia de que, en esta ocasión, el refuerzo económico vaya dirigido al transporte de mercancías y no de pasajeros, encargado de salvar a la red de vías españolas hace 50 años.
Una nueva logística, asociada a una nueva economía
En España, el ferrocarril solo supone el 5 por ciento en toneladas/ kilometro. Nos encontramos muy por debajo de la mayoría de los países de Europa – donde este tipo de actividad copa casi el 17 por ciento de los sistemas de transportes de mercancías -, solo por encima de Irlanda.
Ahora, reforzado por la situación sanitaria, el medio se enfrenta a un riesgo mayor. Si ya en 2008 la llegada de la crisis económica produjo el descenso del conjunto nacional, asegura el directivo, sin capacidad de recuperar los niveles hasta el momento, lo “único que tenemos claro es que el ferrocarril es muy vulnerable”.
Ante la incertidumbre, colaboración
La solución a medio y largo plazo para reforzar el papel de esta modalidad, asegura Dapena, pasa por una necesaria colaboración con otros medios como los puertos. La carga marítimo-ferroviaria “es el futuro del ferrocarril”.
“No se trata de competir con la carretera”, afirma, “sino de hacer ver que (el ferrocarril) es la solución para la propia carretera, como lo hicieron en su momento las autopistas del mar”.
Para Dapena, el primer paso es asumir que “el ferrocarril está en franca recesión”. Asegura que “si no hacemos nada, termina por desaparecer”, por lo que es imprescindible entender cuáles son las oportunidades de negocio, impulsar la innovación y llevar a cabo dos tipos de medidas, impulsadas ya por Puertos del Estado para recuperar el ferrocarril: las paliativas, con una “actuación quirúrgica que permita elevar las prestaciones y llamar la atención de los operadores logística”; y las estructurales, que permitan que las mejoras perduren y se adapten al futuro del transporte de mercancías.
